El mercado laboral y la propia naturaleza del trabajo han cambiado sustancialmente en los últimos 30-40 años: por ejemplo, ha aumentado el empleo precario, los nuevos sistemas de producción, la reducción de personal, la externalización, la privatización de los servicios públicos, los nuevos puestos de trabajo y los perfiles profesionales.
Estos aspectos – junto con las condiciones particulares de empleo y la forma en que se organiza el trabajo – aumentan la inseguridad laboral, que puede definirse como un factor de estrés psicosocial a nivel profesional, causado por las condiciones de empleo y la organización del trabajo, y que refleja las percepciones del trabajador sobre el miedo a la pérdida o la inestabilidad del empleo.
La inseguridad laboral es particularmente problemática porque es imprevisible e incontrolable. Si se reducen estas variables, se podrían mitigar las consecuencias negativas, pero esto no siempre es posible ni factible.
En la literatura, se ha observado que algunas variables atenuantes pueden debilitar el efecto de la inseguridad laboral sobre el bienestar. Estas variables son 1) Apoyo social (de la familia, los compañeros, los amigos); 2) Aumento de las habilidades para afrontar el estrés; 3) Desarrollo de nuevas habilidades profesionales e interpersonales.
Es importante señalar que no todo está bajo nuestro control: podemos controlar nuestras ELECCIONES y nuestras ACCIONES, pero NO podemos controlar las EMOCIONES, los PENSAMIENTOS, los OTROS, el PASADO o el FUTURO.
A partir de este supuesto, podemos afirmar que una mente flexible es más eficaz que una rígida para gestionar la inseguridad laboral.
RIGIDEZ significa
Estar «anclado» en el pasado (pensar constantemente en que antes todo iba mejor, tal vez en el trabajo anterior, lamentar las decisiones tomadas, preguntarse por qué ha pasado, pensar sólo en los recuerdos de épocas pasadas…);
Hacer malas predicciones sobre el futuro (catastrofismo o tener siempre imágenes negativas del futuro);
Actuar de forma poco efectiva (por ejemplo, esperar a que la situación cambie, distanciarse, practicar la autocompasión, debatir continuamente lo que se podría hacer y lo que no, quejarse de las decisiones de los dirigentes o del gobierno…);
Escuchar sólo los pensamientos y las preocupaciones sin actuar.
FLEXIBILIDAD significa
Adaptarse poniendo en práctica la estrategia más adecuada para cada circunstancia;
Actuar, moverse, probar y equivocarse, sin esperar el mejor momento;
Reconocer lo que es importante y útil, teniendo siempre una idea clara de nuestros objetivos y de cómo alcanzarlos;
Estar alerta, prestando atención a los cambios en el mundo que nos rodea y en nuestro interior;
Implicarse.
Algunos ejemplos de comportamientos efectivos para hacer frente a la inseguridad laboral son:
Mantenerse activo en el mercado laboral (registrarse o actualizar el perfil en línea o en una red social profesional, darse a conocer en línea o en su ciudad);
Estar al día de las novedades del mercado laboral, de las oportunidades/iniciativas públicas/políticas activas, de las ayudas económicas;
Aumentar la red de contactos, enriquecer el currículum (por ejemplo, asistir a cursos específicos, seguir seminarios web, aprender un nuevo idioma, …);
Unirse a una asociación comercial o a un grupo de profesionales que permita mantenerte actualizado y en contacto con los demás.
Durante un periodo de inseguridad laboral, puedes experimentar desánimo, mal humor y enfado, incluso preocupaciones económicas de cara al futuro, momentos en los que puedes sentirte avergonzado o culparte a ti mismo. No es posible deshacerse voluntariamente de tu sufrimiento psicológico, pero puedes evitar aumentarlo artificialmente.
«¿Qué pasará si no me renuevan el contrato?» «Si mi negocio no vuelve a funcionar a tiempo, perderé a todos mis clientes» «¿Cómo voy a vivir y mantener a mi familia si no puedo trabajar?» «¡Qué mala suerte tengo! Ha llegado el Covid ahora que acabo de abrir mi nuevo negocio» «Y esta vez también tendré que saltarme las vacaciones…».
Estos pensamientos legítimos nos llevan a centrarnos en lo que no está bajo nuestro control, en lugar de adoptar aquellos comportamientos útiles que sí están bajo nuestro control.
¡Aprendamos a aceptar lo que está fuera de nuestro control personal y comprometámonos a realizar acciones que enriquezcan nuestra vida!
Autor
Silvia Zoni, Doctora en Medicina del Trabajo, Psicóloga, Psicoterapeuta, Consultora
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